Causas principales. 1: la barrera de la superficie está debilitada, lo que permite a los irritantes externos penetrar más profundamente. 2: los nervios que terminan en la piel envían señales de dolor como respuesta a estímulos inofensivos. Para calmar la piel sensible, asegúrate de limpiarla suavemente con agua micelar, seguida de una bruma de agua termal y de una hidratante.

Si experimentas sensaciones incómodas, como tirantez, picor o quemazón, en respuesta a factores como los cambios de temperatura, el viento, los rayos UV, el agua corriente o los productos agresivos y no tienes ninguna erupción visible, probablemente tengas la piel sensible. Si tienes rojeces o erupciones, seguramente se trate de piel reactiva o alérgica. Te recomendamos acudir al dermatólogo para que te ofrezca un diagnóstico definitivo.

Si tu piel experimenta sensaciones de incomodidad cuando la tocas, puede que tengas una piel muy sensible. Cuando tienes la piel sensible, las terminaciones nerviosas presentan hipersensibilidad, lo que provoca señales de dolor como respuesta a los estímulos inofensivos. No obstante, si tu piel está sensible porque está roja o inflamada, deberías acudir al médico para asegurarte de que no se trata de una infección o de otro problema.

Si tienes la piel sensible, necesitas una hidratante formulada para este tipo de piel, que no contenga «sustancias nocivas» comunes y que incluya ingredientes calmantes como neurosensina o el Agua termal de La Roche-Posay. Por último, también debería contener ingredientes prebióticos para reequilibrar el microbioma de la piel, también conocido como bacterias buenas.