Cada tipo de piel tiene sus propias necesidades específicas. Selecciona tu problemática y obtén el consejo dermatológico y las soluciones de cuidado de la piel que necesitas.
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El reloj biológico de las pieles sensibles
La forma en que evolucionan con el paso del tiempo es lo que hace a las pieles sensibles tan especiales: en el transcurso de una hora, un día, un año o una vida, los factores ambientales y hormonales pueden cambiar por completo el aspecto de las pieles sensibles.
Resulta sorprendente, pero la piel sensible no se considera un tipo de piel en el sentido estricto de la palabra. En realidad, puede afectar a cualquier tipo de piel: desde las pieles adolescentes grasas y con tendencia acneica hasta las pieles secas y maduras. Algo que todas las pieles sensibles tienen en común es una reacción excesiva a los estímulos inofensivos ambientales o presentes en los productos de cuidado de la piel.
Un día en la vida de
una piel sensible
La piel tiene un ritmo biológicamente programado de 24 horas o ritmo circadiano, que puede afectar a su sensibilidad. Por la noche, los bajos niveles de la hormona antiinflamatoria cortisol combinados con un aumento de la histamina medidora de la picazón pueden aumentar la sensibilidad de la piel. ¿El resultado? Un despertar brusco con sensación de quemazón, picazón y tirantez.
Pero eso solo es el principio de la historia. La verdad es que, a pesar de que la piel está parcialmente controlada por mecanismos fisiológicos preprogramados, la rutina diaria de una mujer puede ser igual de importante.
Comenzar el día con una larga ducha con agua caliente antes de salir al aire contaminado de la calle. Pillar un café de camino a la oficina con aire acondicionado. Ponerse al día con una amiga mientras se disfruta de un almuerzo picante en una soleada terraza y, posteriormente, continuar con la agitada agenda de reuniones vespertinas. Después del trabajo, pasar por el gimnasio para hacer ejercicio antes de acudir al bar preferido para tomar un cóctel con las chicas... ¿Te suena familiar?
Cada una de estas acciones cotidianas (cambios de temperatura y humedad, contaminación, cafeína, comida picante, sol, estrés, ejercicio y alcohol) puede aumentar la sensación de malestar de la piel sensible.
La piel sensible
a lo largo de las estaciones
Las pieles sensibles prefieren la estabilidad y odian los cambios. La primavera y el otoño son las estaciones más temidas, ya que el tiempo puede ser impredecible. La piel, con su frágil barrera y sus terminaciones nerviosas hipersensibles, no tiene tiempo de acostumbrarse a los cambios rápidos de temperatura y de niveles de humedad, lo que aumenta su sensibilidad.
La piel sensible
a través de las diferentes épocas
Cada estación trae consigo picos de polen de diferentes especies de plantas. En primavera se impone el polen procedente de los árboles, mientras que el verano se asocia con las gramíneas y el otoño, con el polen de la maleza. Cada tipo de polen tiene la capacidad de desencadenar manifestaciones alérgicas en la piel. En la mayoría de los casos, esto da lugar a un ascenso y un descenso predecibles de la sensibilidad de la piel a lo largo del año.
Además del ritmo circadiano de la piel y de los cambios de estación, los cambios fisiológicos a largo plazo pueden influir notablemente en el nivel de sensibilidad de la piel.
Cómo mantener la piel en equilibrio
La piel sensible cambia constantemente debido a innumerables factores internos y externos. Para mantener su equilibrio y reducir progresivamente su sensibilidad, cuentas con soluciones dermocosméticas expertas para el cuidado de la piel al alcance de tu mano.