Un día en la vida de
una piel sensible
La piel tiene un ritmo biológicamente programado de 24 horas o ritmo circadiano, que puede afectar a su sensibilidad. Por la noche, los bajos niveles de la hormona antiinflamatoria cortisol combinados con un aumento de la histamina medidora de la picazón pueden aumentar la sensibilidad de la piel. ¿El resultado? Un despertar brusco con sensación de quemazón, picazón y tirantez.
Pero eso solo es el principio de la historia. La verdad es que, a pesar de que la piel está parcialmente controlada por mecanismos fisiológicos preprogramados, la rutina diaria de una mujer puede ser igual de importante.
Comenzar el día con una larga ducha con agua caliente antes de salir al aire contaminado de la calle. Pillar un café de camino a la oficina con aire acondicionado. Ponerse al día con una amiga mientras se disfruta de un almuerzo picante en una soleada terraza y, posteriormente, continuar con la agitada agenda de reuniones vespertinas. Después del trabajo, pasar por el gimnasio para hacer ejercicio antes de acudir al bar preferido para tomar un cóctel con las chicas... ¿Te suena familiar?
Cada una de estas acciones cotidianas (cambios de temperatura y humedad, contaminación, cafeína, comida picante, sol, estrés, ejercicio y alcohol) puede aumentar la sensación de malestar de la piel sensible.
La piel sensible
a lo largo de las estaciones
Las pieles sensibles prefieren la estabilidad y odian los cambios. La primavera y el otoño son las estaciones más temidas, ya que el tiempo puede ser impredecible. La piel, con su frágil barrera y sus terminaciones nerviosas hipersensibles, no tiene tiempo de acostumbrarse a los cambios rápidos de temperatura y de niveles de humedad, lo que aumenta su sensibilidad.